Nunca te diré mi nombre

Me siento una romántica perdida en el casquivaneo de la vida; me sé una niña en el mundo de los niños; me pierde el sonido de unos tacones y una minifalda bonita y una sonrisa en un amigo y un beso largo y un buen libro y un chico guapo, en fin, aquí escribo los retratos de mi inconsciencia, porque ser niño es igual a inconsciente cuando pasas los 25...

Friday, March 16, 2007

17 de marzo

En dos meses llegaré a los 27. Aún recuerdo cómo se me llenaba la boca, cuando decía 17, cómo pensaba que, a los 27, ya no habría vida por vivir, que todo se habría gastado en la adolescencia, cuyos flecos ya se remendarían a los 27. Para mí, aquí, se acababa una vida. Y mírame, a punto estoy, del precipicio, a punto de caer en el vértigo. Cuando tenía 17 aún creía que la gente miraba el mundo como yo, desde lo ojos de un niño, desde la inocencia de un globo que se eleva más alláde un tejado.
Sí, ya habían lacerado mi corazón los amores que no dolieron demasiado, aunque yo los apellidara "de mi vida", pero la vida aún no me había golpeado de verdad, aún no lo ha hecho, por suerte, pero sé que día que pasa es día menos para que llegue la tragedia...
Hoy no sé ni lo que quiero contar. No sé si hablar de U., de L. o de A. Bueno, en realidad no sé si hablar de L. o de A.. Bueno, en realidad quiero hablar de L., pero no sé cómo. Porque arrastra el dolor por la pérdida de uno de esos amores con apellido...
Me gustó desde la primera vez que le vi, y de esto hace ya dos años, una vida, o tres, quién sabe. Sólo fuimos amigos... hasta hace poco más de un mes... Una cena, las copas de más, las trampas... de pronto, un remolino en la entraña y ahí estaba él, como entonces, eso sí, ahora sin compromisos, sin lazos.
Prometimos volver a vernos.
Y nos vimos. Yo necesitaba olvidar besos en Barcelona y él toda una vida en Burgos, así que, hace cinco sábados, cuando un taxi se detuvo ante nosotros, en-Madrid-y-un-sábado,-un-taxi, lo cogimos pensando que, al menos, esa noche nos llevaría más allá del futuro, a un presente de besos partidos, comida china y fútbol.
Sé que soy una caprichosa, lo sé, lo siento, lo sufro, pero si hoy cuento esto es porque hace unos minutos L. me envió un sms y sonreí de verdad por primera vez en un mes.
Parece que habrá vida después de los 27, parece, sí.

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